Mía Ceballos, de un año y medio, había acompañado a su abuela, Fátima Llanos, a hacer unas compras. Estaba sentada adentro de un cochecito andarín, justo en la esquina de avenida Yrigoyen y Mendoza, en la comuna de La Florida, cuando fue arrastrada por una rastra cañera. El camión -según los vecinos- realizó un giro muy cerrado y se subió a la vereda. Se le fue encima a la niña, le enganchó el pie y se la llevó varios metros. En ese segundo, su abuela atinó a agarrarla, pero no pudo sacarla y el tirón también la arrastró.
El accidente, que ocurrió la semana pasada, le produjo pérdida de fluidos y exposición de la parte ósea del pie, según explicó Oscar Hilal, director del Hospital de Niños. La vida de Mía está fuera de peligro y día de por medio deberán hacerle curaciones hasta que sane para evitar cualquier infección.
Mientras los habitantes todavía estaban conmovidos por lo que le había ocurrido a la niña y planeaban una protesta contra la inseguridad que genera la circulación de tránsito pesado por el medio del pueblo, el ímpetu de otra rastra sacudió la casa de los Pereira. Era sábado al mediodía y la familia estaba sentada a la mesa. Almorzaban cuando sintieron un temblor. El carro cañero vacío se desprendió del camión y fue a dar de lleno en la entrada de la vivienda. "Cuando nos dimos vuelta teníamos la rastra adentro de la casa. Se llevó la puerta de entrada, los ventiladores de pared, un aire acondicionado y rajó todas las otras paredes", contó María Laura Medina. Unos segundos antes, su padre, Juan Luis Pereira, había estado acostado en la cama, en la misma habitación que segundos después se quedó sin pared y con vista a la calle.
Ayer por la mañana, una cuadrilla de 12 empleados de la comuna estaban levantando de nuevo la fachada. Mientras tanto los Pereyra radicaron la denuncia en la Policía e identificaron a Félix Humberto Mulet, de 62 años, como el conductor del camión. "Cuando se bajó miró la escena y no dijo nada... como si no lo pudiera creer", contó María Laura.
Las dos avenidas
Son 12.000 habitantes los que viven en La Florida. Es un pueblo cañero. Más de 1.000 personas de ese lugar trabajan en el ingenio. Aunque esto podría ser una suerte, a veces, se convierte en una maldición.
Ayer un grupo de vecinos cortó la intersección de las avenidas principales, Yrigoyen y Tornquist, para reclamar más control a los vehículos pesados que circulan por allí. "De mayo a octubre es siempre lo mismo, un peligro. Las rastras andan por todos lados", se quejó Lucía Ruiz.
Lo que le sucedió a Mía y a la familia Pereira ya no les sorprende. El 4 de junio del año pasado, un motociclista murió cuando fue embestido por una rastra cerca de la localidad de León Rougés. Y ellos cuentan que otro joven perdió la vida el año pasado cuando chocó contra una rastra que no tenía luces. "Uno sale a comprar algo y no sabe si va a volver con vida", dijo Mercedes Romano. Pero también se dan muchos otros accidentes cuyo desenlace no siempre es fatal.
El ingenio La Florida está ubicado en el corazón del pueblo sobre la avenida Tornquist. Cerca de las 12 del mediodía se cuentan 32 rastras cañeras: unas circulan, otras están estacionadas al costado en un canchón en el que esperan para entrar al ingenio y otras, directamente, descansan sobre la avenida. Desde la entrada del ingenio hasta la avenida Yrigoyen hay 700 metros, nada más. En ese tramo está el CAPS, varios almacenes y una gomería.
Mientras tanto, sobre la avenida Yrigoyen hasta la plazoleta, donde cambia el nombre por Marcelo T. de Alvear, sólo hay 460 metros. En ese tramo de cuatro cuadras y media está la escuela Juan Bascary, la Comuna Rural, el destacamento policial y varios comercios.
Los dos caminos son de circulación obligada para los vecinos y atomizan casi toda la actividad comercial y social. Mientras dura la zafra, las rastras se suman al movimiento normal del pueblo, lo agitan y ponen en peligro a sus habitantes.
El compromiso
El delegado comunal de La Florida, Arturo René Soria, no desconoce lo que sucede y les da la razón a los vecinos. Los Soria son dueños de varios camiones que también circulan con caña. Van identificados con el nombre de la empresa Soremer, de la que también son dueños. "Los camiones son de mi familia y la empresa también", confirmó el delegado.
Esto genera un doble malestar entre los vecinos, porque concluyen que el delegado no va a hacer nada para cambiar la situación.
Sin embargo, el funcionario dijo que desde el sábado están trabajando para acondicionar un camino que se llama "El privado" y que une Delfín Gallo con La Florida. "En dos días, los camiones van a dejar de circular por la Yrigoyen, pero lo van a tener que seguir haciendo por la Tornquist hasta que la otra ruta esté habilitada", explicó.
La otra ruta a la que hace referencia el delegado comunal es un tramo de un kilómetro y medio que arranca en Luisiana (un kilómetro más al este de La Florida) y desemboca adentro del ingenio. "Ya pedimos a Vialidad que nos habilite una cantera para poder comenzar a hacer la ruta, pero para eso vamos a necesitar 20 días", argumentó. En resumen: el delegado se comprometió a que en 20 días, aproximadamente, ningún camión o rastra volverá a atravesar las calles del pueblo.
Esquivan los controles
Por su parte, el director de Transporte de la provincia, Roberto Viaña, dijo que reforzarán los controles en la intersección de la ruta 312 y la avenida Yrigoyen (que a esa altura se llama Fernando Riera). "Actualmente tenemos otro control a la altura de Los Ralos, pero los camiones muchas veces lo esquivan", comentó. En el puesto se controla que lleven los papeles al día, el permiso para circular y, sobre todo, las luces y señales para evitar accidentes. Quizás cuando Mía vuelva a su casa y pueda salir otra vez a la calle para acompañar a su abuela ya no sea tan peligroso andar por La Florida.